Los edificios construidos según el estándar Passivhaus consiguen reducir entre un 70% y un 90% las necesidades de calefacción y refrigeración. La poca energía suplementaria que requieren se puede cubrir con facilidad a partir de energías renovables, convirtiéndose en una construcción con un coste energético muy bajo para el propietario y el planeta.
Este estándar no supone el uso de un tipo de producto, material o estilo arquitectónico específicos sino la optimización de los recursos existentes a través de técnicas pasivas, como por ejemplo un buen factor de forma, que reduzca la superficie en contacto con el exterior para disminuir las necesidades de climatización, una orientación correcta de las ventanas para aprovechar el sol cuando están cerradas y la ventilación natural al abrirlas, o poner protecciones solares que impidan un sobrecalentamiento en verano, etc.
Los 5 Principios Básicos Passivhaus
Un muy buen aislamiento de la envolvente es beneficioso tanto en invierno como en verano: las paredes exteriores, la cubierta y el suelo deben tener una baja transmitancia térmica.
Dependiendo del clima se debe optimizar el espesor del aislamiento térmico en función del coste y de la mejora de la eficiencia energética.
Todo empieza por un buen diseño del tamaño y correcta orientación de las ventanas del edificio.
Las carpinterías utilizadas tienen muy baja transmitancia térmica y las ventanas son de doble o triple vidrio rellenas de un gas inerte. El vidrio es bajo emisivo para reflejar el calor al interior de la vivienda en invierno y mantenerlo en el exterior durante el verano.
Todos los bordes, esquinas, conexiones y penetraciones deben planificarse y ejecutarse con mucho cuidado para evitar los puentes térmicos, puesto que por ellos, en los edificios convencionales, se pierde gran parte del calor interior y pueden generar condensaciones y humedades interiores.
Los edificios Passivhaus tienen un sistema de ventilación mecánica muy eficiente que permite la recuperación del calor/frío interior, una buena calidad del aire y un gran ahorro de energía. En un edificio pasivo pasiva, al menos el 75% del calor del aire que se extrae del interior se transfiere de nuevo al aire que se introduce por medio de un intercambiador de calor.
En una construcción convencional, las corrientes de aire que se pueden dar a través de ventanas, huecos o grietas provocan incomodidad en el usuario y hasta condensaciones interiores, particularmente durante los períodos más fríos del año.
En un edificio Passivhaus, la envolvente es lo más estanca posible logrando una eficiencia elevada del sistema de ventilación mecánica. Esto se logra cuidando al máximo la ejecución de las juntas durante la construcción.
La hermeticidad del edificio se mide con una prueba de presión, o ensayo Blower Door, que consiste en crear una diferencia de presión entre interior y exterior a través de un ventilador colocado en la puerta principal. Para cumplir el estándar, el resultado debe ser inferior a 0.6 renovaciones de aire por hora.
Passivhaus contado en 90 segundos:
Más información
Ignacio Romera, arquitecto
www.irg.es
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